En esta ocasión los invitamos revisar esta reflexión que busca conectarnos con los valores y afectos compartidos en nuestra crianza a través de la comunicación no verbal…
Recuerdo de niño(a) los besos,
los abrazos, las caricias de mamá y papá.
¡Cuánto amor!, ¡cuánta protección!
Llegan a mi mente aquellos momentos
en los que su mirada firme o penetrante
siempre amorosa me hacía reconocer:
lo bueno y lo no tan bueno,
las equivocaciones,
lo que podía mejorar,
el camino en valores a seguir…
¡Cuánto amor!, ¡cuánta protección!
En la niñez recuerdo también las risas,
las miradas cómplices y las que juzgan,
el silencio doloroso,
alguna mirada penetrante
como puñal en la cara de amigos o compañeros.
Llegar a casa y recibir un abrazo de mamá o papá
¡Cuánto amor!, ¡cuánta protección!
En la juventud: risas, besos, abrazos, bailes,
cantos, uniones, ruptura, tristezas y dolor.
Llegar a casa, recibir un abrazo de mamá o papá…
¡Cuánto amor! ¡cuánta protección!
La vida me dio el regalo más hermoso: una hija(hijos) e imagino:
La abrazaré, la peinaré, la miraré a los ojos y le expresaré
todo lo que siento por ella y ella sentirá:
¡Cuánto amor!, ¡cuánta protección!