Con mucha frecuencia ocurre que sostenemos un monólogo frente a nuestra hija (hijos) asumiendo que entienden todo lo que estamos expresando, que saben lo que les estamos pidiendo y, más aún, esperamos que piensen tal como pensamos y hagan fielmente lo que pedimos.

Las situaciones que se presentan en el día a día pueden ser
“plataformas de despegue” para el aprendizaje, la autorreflexión
y el crecimiento personal.

La invitación para esta semana es recordar que cada persona percibe la realidad y se enfrenta a ella de forma única. Si bien nuestro principal objetivo, basándonos en valores comunes, es tener un vínculo amoroso con nuestras hijas (hijos), es inevitable que tendremos muchas divergencias. Estas situaciones pueden ser superadas de mejor forma a través de la implementación de experiencia de escucha y diálogo, esta práctica nos permitirá comprender mútuamente las perspectivas y nos ayudará a que las expectativas de cada uno sean comprendidas en mayor plenitud.

Esta práctica nos ayudará a transformar nuestras diferencias en mejor entendimiento y mayor atención a nuestras necesidades y requerimientos. Tengamos presente el dicho popular “dos cabezas piensan mejor que una” y parafraseamos “dialogar es mejor que un monólogo”.